martes, 20 de noviembre de 2012

Leyenda: Los enanitos de Cancún.



 Una vez, un niño bueno y guapo llamado Ignacio, “Nacho” para los cuates, procedente de Oaxaca, fue a la zona hotelera de la ciudad de Cancún; el pequeño iba en un camión con todos los compañeritos de su salón de clases de la primaria, todos dormían después de un día muy divertido, pero cansado en el que habían ido a una zona arqueológica grandísima y, además, habían realizado diversas actividades en un parque recreativo familiar.
  La maestra despertó a los niños que se veían menos cansados o que eran más diablillos y que siempre andaban “dando lata” en el salón, en otras palabras los más traviesos; Ignacio estaba entre los elegidos.
  Los niños despertaron y con los ojos entrecerrados empezaron a caminar detrás de la maestra quien les enseñaría la zona más activa de Cancún durante la noche. Los niños la seguían como los patitos siguen a su mamá, pero Ignacio no, el caminaba, cerraba los ojos y dormía 5 segundos de pie, después reaccionaba y corría a alcanzar a los otros patitos, los otros niños quiero decir, el pequeño realizó esto varias ocasiones hasta que su pequeño cuerpo e indomable metabolismo de niño de 11-12 años le hizo imposible continuar caminando y quedó dormido en una jardinera.
El pequeño, al encontrarse en un lugar peligroso, como es Cancún, corría un gran peligro y más aún porque era de noche, no sabía nada de ese lugar, era completamente desconocido para él.
  Cuenta la leyenda que un grupo de enanitos lo levantó de esa jardinera para llevarlo a su camión de regreso. Un grupo de varios enanitos lo cargaron alrededor de un centro comercial en busca de su maestra pero nunca lo encontraron, entonces recurrieron a usar su magia para ayudar al niño. Después de todo sabemos que los enanitos siempre ayudan a la gente buena, los de Santa Claus son un ejemplo, pero no nos salgamos del tema. Los enanitos llevaron al niño hasta la ubicación del camión que lo transportaba, el pequeño despertó y les obsequió unas galletas que llevaba consigo. Los enanitos se asustaron porque el niño los había visto entonces borraron su memoria.
  Los enanitos comieron las galletas que les regaló el pequeño, estas les gustaron mucho y trataron de hacerlas con magia, pero nunca lograron su cometido.
  Hoy en día los enanitos están en busca de más galletas y si eres un niño o niña que te separas de tus padres, no dudarán en secuestrarte para buscar en ti galletas. Incluso si requieren abrirte la panza para poder sacarlas, así que nunca te alejes de ellos o lleva contigo galletas para que no te hagan daño.


Autor: José Ignacio Diego-Pérez Montes 

                                                                                               

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