Una tarde de otoño, cuando los animales se
encontraban recolectando alimento y provisiones para el frío y crudo invierno
que acechaba con su llegada, el ruiseñor hizo un anuncio: “¡Escuchad todos!
organizaremos un concurso de canto para reconocer al animal con la voz más
hermosa de todas” y entre dientes dijo: “Que por supuesto, soy yo”.
Al escuchar esto, los animales del bosque se
entusiasmaron y muchos se inscribieron al concurso que se llevaría a cabo una
semana después, entre ellos se encontraba el cuervo, lo que causó burlas y
asombro entre los animales, pues creían que debería ser una broma, ya que él no
poseía una voz hermosa, sino todo lo contrario. El cuervo, emocionado por el
concurso, hizo caso omiso a lo que los animales decían y se dedicó a afinar su
voz. Por la mañana, mientras el ruiseñor dormía despreocupadamente, el cuervo
volaba a la parte más solitaria del bosque para ejercitar su voz.
Al regresar a casa, se encontró al ruiseñor
quien le dijo: “No malgastes tu tiempo, pues todos sabemos que el ganador de
ese concurso seré yo y tú no tienes esperanza alguna.” El cuervo cabizbajo,
entró a su casa y se quedó pensando en aquellas palabras hirientes que el
ruiseñor le había dicho, además de su intento fallido por educar su voz; se
encontraba desesperanzado y sin ganas de seguir tratando, pero decidió seguir
intentándolo para ver si lo lograba, aunque no ganara el concurso.
Así pues, después de haber terminado sus
actividades diarias, se dirigió una vez más a aquella parte del bosque en la
que podía practicar su canto durante horas. Realizó esto todos los días previos
al gran concurso, mientras el ruiseñor se burlaba y perdía el tiempo. Al
ruiseñor le encantaba comer paletas de hielo, a pesar del mal clima,
despreocupado por el concurso comía lo que quería.
El gran día llegó y el público se encontraba
en sus asientos, aplaudiendo la aparición de los participantes, hasta que el
turno del ruiseñor llegó. Todos se, hallaban emocionados por su participación,
esperaban que fuera la mejor actuación del concurso, pero desafortunadamente no
fue así. Cuando el ruiseñor abrió el pico para cantar, un espantoso ronquido
salió de él, al parecer se había enfermado por comer aquellas paletas de hielo.
Los animales sorprendidos, pidieron que pasara el siguiente participante, el
cual era el cuervo.
Cuando hizo su aparición, los animales del
bosque comenzaron a reírse y a gritar uno que otro chiste acerca del cuervo,
pero él abrió el pico y de este salió la melodía más dulce que ellos habían
escuchado. Todos completamente perplejos de lo que sus oídos estaban oyendo, se
levantaron de sus asientos y aplaudieron con fuerza al cuervo. Al terminar el
concurso, el cuervo tenía en sus manos aquel reconocimiento con el que soñaba,
pero lo más importante, se encontraba satisfecho porque sus esfuerzos tuvieron
frutos.
Autor: Sandra Stephany Baños Jimenez
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