Fábula: El burro y sus alumnos reciben su merecido

Había una vez, una escuela en el bosque de los 199 pinos, ahí estudiaban los animalitos de todo el bosque.

Todos los animalitos que acudían a esta escuela tenían un tutor que checaba su conducta y les jalaba las orejas para regresarlos al buen camino si era necesario.

En el grupo de 2º año solamente estudiaban 3 animalitos: Ricardo, el chango; Daniel, el pajarito y Erick, el tlacuache. Por esto el director decidió poner al profesor Larry como su tutor, Larry era  un burro que no debería de ser profesor pero lo fue porque era allegado a un líder sindical, -cosa que no se da en Oaxaca- cabe mencionar.

Larry no se preocupaba por sus alumnos en lo más mínimo y había ocasiones en las que ni siquiera se aparecía por la escuela, tanta era su empatía que Ricardo le pegaba a Erick mientras Daniel lo grababa con su celular y nadie se percataba para poder hacer algo al respecto.

Una vez Ricardo andaba muy desatado, y para hacer un “show” ante Daniel quien lo grababa con su celular se puso a lanzar las sillas por todo el salón, las aventaba a los ventiladores, hacia las paredes y nadie lo detenía.

Después de un rato de locura pasó algo terrible, una silla le cayó a Erick en la cabeza y le empezó a sangrar, Ricardo y Daniel se dieron cuenta de que estaba herido realmente cuando Erick empezó a llorar como nunca antes ellos dos lo hubieran podido hacer, los gritos eran ensordecedores, tanto así que interrumpieron la clase de la profesora Modesta que estaba contándole a sus alumnos acerca de los gatos héroes en su batalla de Chapultepec.

La profesora, que era una lechuza, llegó volando a ver qué ocurría cuando de repente ve a Erick tirado en el piso, sangrante y llorando desconsoladamente mientras Ricardo y Daniel trataban de calmarlo, en ese momento llegó Larry sin saber nada acerca de lo que había ocurrido, no sabía la que se le iba a armar.

Erick, Daniel y Ricardo fueron obligados a realizar trabajos sociales forzosos por sus actos irresponsables, Larry fue destituido como profesor y ahora vende quesadillas en la marquesa.

Autor: José Ignacio Diego-Pérez Montés