viernes, 23 de noviembre de 2012

Cuento: La Hierba Santa


Hace tiempo en un pueblo muy, muy cercano, habitaban una familia de duendes color durazno, estos pequeños seres, llenos de amor, vivían en armonía en su hogar hecho de piedras preciosas, diamantes, rubíes, esmeraldas, y turquesas. La familia estaba integrada por varios duendecillos, entre ellos, Bienaventurado El Llorón,  Bienaventurado El Pobre, Bienaventurado El Manso, Bienaventurado El Hambrientosediento, Bienaventurado El Misericordioso, Bienaventurado El Limpio, y Bienaventurado El Perseguido. Todos ellos eran hijos de Biblón su padre y Santaella su madre.
Ellos siempre compartían la mesa y antes de empezar a comer, cantaban de felicidad, agradeciendo los alimentos, Biblón el anciano del hogar, daba la nota principal,  todos tomaban sus notas y comenzaban a cantar, Santaella se sentía plena con el canto de sus hijos y cada que ellos tenían un problema, hacia todo lo posible por ayudarles a encontrar una solución.
En la tarde del día sexto del mes de junio, su papá cayó enfermo y para poder salvarlo sus hijos tenían que adentrarse en el  bosque y conseguir  una hierva en forma de corazón, color verde y muy grande que le ayudaría a Biblón salir de esa enfermedad tan grave en la que estaba, entonces aquellos duendecillos emprendieron el viaje a los adentros del bosque pero antes emprender el viaje, se despidieron de su papá, El Llorón con lagrimas en los ojos se despidió de él y le dijo que regresarían pronto, El Pobre se acercó para decirle que él no tenia mas que ofrecerle, mas que su esfuerzo y dedicación por encontrar aquella hierva, El Manso con la cabeza inclinada hacia abajo le hizo señas de despedidas a su padre pero no le habló ni levantó la cabeza, El Hambrientosediento con la boca reseca y un agujero en el estomago, fue hasta el lecho de su padre y le dijo que no se fuera a acabar toda la comida en  reserva para el invierno, se despidió y se alejó, El Misericordioso se acercó a su padre  y le expresó que si el tuviera la oportunidad de cambiar su lugar por el de él lo haría con mucho gusto, pero como era imposible, su padre lo mando con sus hermanos a buscar aquella hierva mágica, era el turno del Limpio despedirse de su padre antes de comenzar a buscar esa hierba, entonces se aproximó a él y limpió su cabecera, a sus alrededores y a Biblón le pasó un trapo por la cara, le pidió de favor que mantuviera su lugar así, al menos hasta que él regresara y lo volviese a limpiar, entonces su padre con una sonrisa en el rostro asintió y cerró los ojos, de repente que se aproxima El Perseguido a toda velocidad porque siempre andaba a alas carreras (debido a que desde pequeño fue perseguido por troles y brujas, éstos causaron un trauma en el y siempre anduvo a  las carreras porque sentía que estaba siendo perseguido.) se despide de su padre y todos empiezan a caminar hacia el bosque en busca de aquella hierva que le iba a salvar la vida a su padre.

En el camino estos fieles hermanos se encontraron con unos seres  extraños que parecían una mezcla de troles con duendes y brujas también, se hacían llamar capitales, eran Soberbin, Lujurioso, el Gulo, Aváro, Envidiosin, Perezoso e Irosin. Todos ellos hijos de Pecasdon, su padre. Estos feos seres hicieron todo lo posible por impedir que los Bienaventurados encontraran la hierba para salvar a su padre, pero todos aquellos intentos fueron vanos porque con la unidad de los Benéficos hermanos, lograron evadir a los Capitales  y lograron llegar con su padre justo antes de que éste cerrara los ojos y no los volverá a abrir, le dieron un te de esta hierba mágica y al paso de los días Biblón pudo levantarse nuevamente y lo primero que hizo es dar la nota Domine (la nota Do, se le denomina así por la palabra en latín, domine, que significa Señor y según la creencia religiosa, entorno a él gira todo el universo y el la música no es la excepción.)  Todos sus hijos y Santaella se pusieron felices y le quisieron poner nombre a aquella hierba que le salvó la vida a Biblón le llamaron a partir de ese momento La Hierba Santa




Autor: José Manuel Vargas Méndez

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