martes, 20 de noviembre de 2012

Fábula: Una historia gatuna.



Había una vez, cerca de la ciudad de Venecia, un barrio en donde vivían muchos gatitos de diferentes razas pero que eran muy unidos. Era la época de 1960, y el amor estaba rondando por todas partes, tanto que afectaba a la mayoría de las gatitas que habitaban el barrio. Una de ellas era Julieta, una gatita muy reservada y amable, pero que estaba enamorada de su amigo, Romeo. Él era un gatito muy deseado por todas las hembras y disfrutaba la fama que tenía de ser mujeriego, así que Julieta nunca se hizo muchas ilusiones, hasta que un día Romeo la invitó a cenar y dijo:
-Julieta, sé que no creerás lo que te diré pero creo que estoy enamorado de ti. Sé que eres mi amiga, pero es inevitable sentir esto por ti. ¿Quieres ser mi gatita?
Y Julieta le contestó:
-No sé qué decirte… qué va, ¡Siempre he estado enamorada de ti! Claro que quiero.
En ese momento los dos empezaron una bonita historia de amor. Eran felices, o al menos eso pensaban, hasta que un día Julieta salió a la tienda a comprar una ropa que había visto que estaba de moda. Iba muy feliz, cantando alegremente por las calles del barrio cuando volteó y vio a otra gatita besándose con Romeo. Ella no lo podía creer, así que rápidamente salió corriendo, con lágrimas en sus ojos y botando el vestido que había comprado anteriormente.
Al día siguiente, Romeo fue a buscar a Julieta como solía hacerlo diariamente, pero ella al abrir la puerta de su casa le gritó:
-¡Ya estoy harta de tus mentiras! ¡Ya no quiero estar contigo! ¡No quiero saber nada de ti! ¡Vete con la gatita con la que te estabas besando ayer!
Le cerró la puerta en la cara, y Romeo no hizo más que quedarse paralizado. Quiso hablar con ella, pero Julieta no abrió la puerta. Él siguió buscándola, pero ella no respondió. Tiempo después, ella entendió que debía perdonarlo para que su alma estuviera en paz, pero nunca le dio otra oportunidad, mientras que él nunca se perdonó el hecho de haberla engañado, ya que en verdad la quería pero no supo valorarla.

Moraleja: Debemos ser sinceros con nuestros sentimientos todo el tiempo, ya que muchas veces solo pensamos en nosotros mismos y no en lo que podemos causarle a las demás personas con nuestro comportamiento. También nos enseña que al final de todo terminaremos arrepintiéndonos de haber actuado así, porque lo único que logramos es lastimar a las personas que se encuentran a nuestro alrededor y muchas veces incluso a nosotros mismos. 



Autor: Jessica Samantha Cruz Ruiz

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